Es junto con la producción de agua caliente sanitaria el sistema más empleado, en este caso lo que hacemos es aprovechar los gases residuales de la combustión para precalentar el agua que posteriormente entrará a la caldera para producir vapor, además utilizamos el depósito de alimentación como tanque de inercia acumulando el agua que vamos calentando.
Como bien sabemos la producción de vapor se produce de la siguiente forma, primero se calienta el agua desde la temperatura de entrada a la caldera (entre 15 y 60ºC dependiendo del retorno de condensados que haya en la línea) hasta la temperatura de vaporización (178ºC aprox.) a la presión que trabaje la misma y posteriormente se produce el cambio de estado. Ahora bien, si nosotros esa temperatura del agua en la entrada a la caldera conseguimos elevarla (hasta 110ºC fácilmente), estaremos reduciendo la energía a aportar mediante combustible, de forma que a mayor temperatura menor energía a suministrar.
Este intercambio energético lo gestionamos de dos modos de la siguiente manera:
Con este sistema, al entrar el agua a 110ºC y no a 60ºC, ya no tendríamos un salto térmico de 120ºC para calentar el agua sino que estaríamos en 50 ó 60ºC a lo sumo, con lo que el consumo de combustible se reduce enormemente con el consecuente ahorro económico y el aumento de eficiencia de la instalación.
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